Desde mediados de 2020 se ha generalizado el uso de expresiones como “equipos resilientes”, “empresas resilientes”, “sectores de producción resilientes”, “país resiliente”…
Pues bien, desde mi punto de vista sólo son expresiones o formas de hablar, ya que, sin individuos resilientes y en niveles sostenibles no habrá equipos, empresas, sectores o países resilientes.
Quizá, como me pasa a mí, conoces a alguien de quien te sorprende cómo ha podido salir adelante con situaciones vitales adversas capaces de anular a cualquiera. Y creo que, a poco que vivamos conscientemente, nos puede surgir la pregunta acerca del por qué unas personas pueden superar los obstáculos y otras no.
¿La vida nos va preparando?
Si bien el concepto de resiliencia “viene” de la física aplicada y la ingeniería, aquí nos interesa su aplicación a las personas como individuos.
Definiciones adaptadas hay muchas. Aquí te ofrezco una que me gusta por su claridad: «La resiliencia es la capacidad individual para afrontar la adversidad gestionando los recursos físicos y psicológicos que nos permiten superarla, salir fortalecidos de la misma y avanzar en el camino de la excelencia personal y profesional«.
En este sentido, todas las experiencias nos estarían preparando para los siguientes acontecimientos de nuestra vida. Personalmente creo que es imposible que las personas no cambiemos de alguna forma, tras sufrir algún revés o herida.
También mantengo que todas las personas, por ser humanos, tenemos la capacidad de resiliencia, la cual no es una respuesta automática y sí un proceso dinámico que podemos aprender a gestionar y desarrollarlo.
La capacidad de resiliencia nos orienta, por ejemplo, a:
- Observar de forma activa las situaciones y sus contextos.
- Describir los acontecimientos más que evaluarlos.
- Valorar con más calidad nuestros puntos de vista.
- Identificar y activar los recursos humanos y materiales de nuestro entorno.
- Decidir los hábitos personales que se deben cambiar.
- Integrar aprendizajes útiles para el futuro.
¿Por dónde empezar?
Para iniciar nuestra reflexión, te ofrezco un ejercicio que puede ayudar a realizar una primera «auditoría» y conocernos mejor.
Para ello usaremos algunas preguntas que nos propone la prestigiosa organización American Psychological Asociación (APA):
- ¿Qué tipos de acontecimientos te han resultado más difíciles?
- ¿Cómo te han afectado dichos acontecimientos?
- Cuando te encuentras estresado, ¿te ha sido de ayuda pensar en las personas importantes en tu vida?
- Cuando te enfrentas a una experiencia difícil, ¿a quién has acudido para que te ayude?
- ¿De qué te has dado cuenta sobre ti y tus interacciones con los demás durante momentos difíciles?
- ¿Te ha ayudado ofrecer apoyo a otras personas que están pasando por una experiencia similar?
- ¿Has podido superar los obstáculos?, y si es así, ¿puedes describir cómo?
- Cuando ha ocurrido, ¿qué te ha ayudado a sentirte más esperanzado sobre el futuro?
¿Es la resiliencia una moda por el COVID-19?
Retomo ahora lo que expresaba en el primer párrafo. Reconozco que, a medida que avanzaban las semanas de confinamiento desde marzo de 2020, tanto la palabra “resiliencia” como las referencias al concepto se fueron multiplicando en distintos medios y espacios de conversación.
Incluso pudimos afrontar recuerdos y testimonios sobre cómo personas, equipos o empresas afrontaron de forma resiliente las consecuencias de la crisis económica desde 2008.
Como he manifestado en otros foros, en mi opinión, sería un gran error que, desde distintos ámbitos (como los profesionales), “la mención de la resiliencia tuviera como única motivación la moda o la urgencia por el hundimiento humano y organizacional y su impacto en la economía…”.
Y es que, en agosto de 2021, ya se escucha hablar de ayudas directas para una “economía resiliente”, pero escucho muy poco sobre la resiliencia personal: ¿qué pasará cuando se nos pase la sensación de urgencia? ¿pasará también al olvido la atención sobre esta capacidad personal y competencia clave?
Por su impacto directo en nuestra vida, en los equipos y en las organizaciones a las que pertenecemos, tras este periodo en el que la vulnerabilidad humana se nos ha hecho presente, necesitamos asegurarnos un aprendizaje consciente y el desarrollo sostenible de la resiliencia individual.
Mis experiencias con la resiliencia y un modelo
Durante toda mi carrera profesional me he dedicado a colaborar con distintos tipos de organizaciones en proyectos siempre orientados al desarrollo o la formación en las habilidades interpersonales necesarias para sus directivos, colaboradores y equipos.
A medida que fui teniendo experiencias, también comencé a valorar que, además de disponer de ideas, conceptos, recetas y trucos para crecer personal y profesionalmente, ayudaba mucho más el poder disponer de todos estos recursos bien ordenados y con cierta consistencia interna; es como dotarnos de un mapa (modelo) para realizar un viaje.
En mi opinión, disponer de un modelo nos facilita referencias para orientar nuestras decisiones y actuar ante determinados escenarios.
Otra ventaja muy práctica es que también podemos compartirlos y usarlos como una referencia común.
Siete componentes, siete skillsets
Gracias a los trabajos en formación (especialmente sobre inteligencia emocional) y de consultoría en grandes corporaciones, en 2005 Frances Tweedy y Cheryl Wright concluyeron el desarrollo de un modelo con siete componentes (Skillsets) que nos permite, no sólo aprender sobre resiliencia, sino abordar y fortalecer de forma integral nuestra propia resiliencia personal.
Los 7 componentes del modelo representan sendos conjuntos de habilidades que identificamos como:
Siete componentes de la RESILIENCIA / Persona Global Inc.
Estos siete componentes, no solo están directamente conectados con factores clave de la inteligencia emocional, sino que son interdependientes de tal modo que los puntos fuertes de cada uno pueden mejorar nuestro rendimiento personal en los otros.
En la práctica esto quiere decir que, si nos concentramos en unas pocas habilidades básicas que requieren desarrollo, con el dinamismo interno de este modelo podemos lograr niveles más altos de RESILIENCIA personal y sostenible.
Con este enfoque en la resiliencia personal también proporcionamos herramientas y técnicas para contrarrestar el estrés y la fatiga que, a menudo, se experimentan en tiempos de incertidumbre y cambio.
Este modelo permite comprender la resiliencia y cómo ésta, en niveles adecuados, facilita que las personas afrontemos mejor las situaciones adversas de la vida.
Para ello, incluimos herramientas que nos facilitan el poder aplicar los conocimientos en el día a día, si así lo decidimos. La experiencia nos dice que, para facilitar este proceso, la participación en talleres mediante sesiones presenciales o telepresenciales es clave para el entrenamiento.
Personalmente también lo he tenido como claro referente durante todo el periodo de confinamiento y crisis derivada por la COVID-19; este modelo de resiliencia me ha servido de guía para gestionar mis diferentes “altibajos” y los de las personas de mi entorno mientras caminábamos por el túnel…