Vivimos en una sociedad que en muchas ocasiones da la espalda a nuestro entorno natural.
Vivimos rodeados de asfalto, cemento, metales, plásticos, ruidos, pantallas. Nuestro día a día se desarrolla a un ritmo muy superior al que a nuestra naturaleza le conviene. Todo ello tiene un efecto negativo sobre la salud del planeta y de los seres humanos.
Es por ello que nos apremia buscar estilos de vida más acordes a los ritmos de la naturaleza y los nuestros propios, pues es a lo que estamos adaptados evolutivamente.
La permacultura es un sistema de diseño que nos permite crear hábitats humanos que no sólo son sostenibles, sino también regenerativos para el medioambiente y para las personas.
La flor de la permacultura es un diagrama que nos muestra que este sistema de diseño tiene en cuenta todos los ámbitos que influyen en nuestra vida: agricultura, construcción, energías renovables, salud, desarrollo personal, educación, economía y regeneración del medioambiente.
Y lo hace poniendo dichos ámbitos al servicio del cuidado de las personas y del planeta.
Comprender cómo se relacionan e interconexionan todos los elementos que constituyen un ecosistema es uno de los mayores aprendizajes que puede ofrecer la permacultura.
Formamos parte del planeta tierra y estamos conectados con todos los demás seres vivos. Nuestros actos tienen un efecto directo sobre el bienestar de las demás personas, animales y plantas con los que compartimos este maravilloso planeta.
La permacultura nos permite comprender estas interrelaciones y nos ayuda a tomar decisiones que tienen en cuenta a todos y cada uno de los elementos de nuestro sistema, encontrando la manera de crear una simbiosis entre todos ellos y con el entorno en el que se encuentran.
La permacultura nos permite vivir de manera consciente y respetuosa.
Un ejemplo de diseño permacultural: el huerto familiar
Si tras todo lo anterior quieres ponerte en marcha, puedes empezar plantando tu huerta bajo los criterios de la permacultura.
Tradicionalmente un huerto ha sido elaborado por zonas con plantaciones únicas: un bancal de tomates, uno de pepinos, uno de cebollas…
Sin embargo, según la permacultura ese estilo de diseño es erróneo.
Y, cuando decimos erróneo, nos referimos a que con ese diseño estás potenciando los problemas y creando un ecosistema pobre y muy dependiente de tu trabajo para que esté sano, dentro de lo posible.
Las plantas de una misma familia agotan ciertos nutrientes de un sustrato y, además, atraen plagas que no encontrarán nada que las detenga.
Un diseño más eficiente será aquel en el cual, imitando a la naturaleza, las especies se mezclen de forma que unas y otras se ayuden en sus procesos vitales.
Las asociaciones permiten disponer plantas que requieren un tipo de nutrientes con otras que ayudan a fijar en el suelo ese mismo tipo de nutrientes, o plantas que repelen ciertos tipos de insectos con plantas que son fácilmente atacables por ellos.
Además, una mayor cantidad de plantas reduce la exposición del suelo al sol y genera mayor humedad, reduciendo la cantidad de riego necesario.
Pero no todo queda en eso. La permacultura busca aumentar al máximo la biodiversidad, de ahí que se suelan disponer todo tipo de plantas aromáticas, árboles e incluso una charca.
Te animamos a investigar cómo desarrollar un huerto permacultural y no dudes en preguntarnos si tienes inquietudes concretas.